martes, 10 de marzo de 2009
- EL COLEGIO -
Real Colegio de San Carlos
Luego Nacional Buenos Aires
El virrey Vértiz fundó el Real Colegio de San Carlos bajo la protección de San Carlos Borromeo y del Real Patronato que ejercía en nombre del Rey de España. En las Constituciones, Vértiz anuncia haberlo erigido para paliar los extravíos de la juventud por falta de reclusión, con 80 colegiales que vistieron la veca en la víspera de San Carlos, por falta de cuartos donde alojar mayor número.
El colegio fue erigido para eternizar la memoria de Carlos III, y sus armas reales fueron colocadas sobre la entrada.
En sus Constituciones se establecía que al frente del colegio habría un rector, a cuyo cargo quedaba el cobro de las pensiones anuales de los colegiales. Debía llevar libros, para asentar los colegiales que ingresaban y los gastos. El vicerrector ayudaría al rector y lo supliría en caso de licencia o enfermedad.
El prefecto de estudios dirigía las funciones interiores del colegio. También habría pasantes de gramática y latinidad. Se establecían dos tipos de estudiantes: a) el colegial, que sería pensionista y debía regirse por todas las disposiciones internas; b) el manteista (capista), que sería externo y sólo asistiría a las clases.
Las clases duraban una hora, de la que el profesor dedicaba 3/4 a dictarla, y el 1/4 restante a extraer la conclusión. Otras veces, durante 1/2 hora contestaba preguntas de los alumnos. El pasante tenía obligación de tomar la lección antes de la clase, ayudando a comprender su significado para que no se la memorizara.
Si algún estudiante debía sostener una conferencia o una función literaria, se lo ejercitaba en el púlpito del refectorio, mientras los otros comían y le replicaban otros dos. Lo usual era que al final de los cursos, los alumnos más brillantes sostuvieran un acto público de los principales puntos de las materias del año, que solía realizarse en la iglesia de San Ignacio.
Los dos meses de verano había vacaciones para los estudiantes y en ese tiempo se iba a la Chacarita, donde se permitía todo tipo de diversiones al aire libre.
Chorroarín demostraría en sus interinatos gran capacidad de iniciativa, y era materia hábil y dispuesta a organizar un sinnúmero de cuestiones que los anteriores rectores no habían sabido llevar.
Recibía de sus antecesores una herencia de indisciplina estudiantil, que según las prácticas de la época era combatida con diversos castigos heredados del medioevo, entre ellos ellos la palmeta y los azotes. Su innovación estuvo dada justamente en que supo inculcar en los estudiantes un sentido diferente de la vida escolar, logrando atemperar en gran parte los ánimos caldeados y las periódicas rebeliones.
Con Chorroarín la disciplina del colegio mejoró bastante, aunque siempre existieron cuestiones de excepción que supo enfrentar resueltamente.
Desde hace mucho tiempo existe una controversia sobre el carácter de la orientación político-ideológica que primó en el Real Colegio de San Carlos en esos años. Algunos se inclinaron a creerlo un bastión de revolucionarios, porque allí se forjó la casi totalidad de patriotas de nuestra emancipación nacional, la llamada Generación de Mayo: Mariano Moreno, Cornelio Saavedra, Juan José Paso, Manuel Alberti, Juan José Castelli, Pedro José de Agrelo, Vicente López y Planes, Manuel Moreno, Manuel Belgrano, Hipólito Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña, José de Darragueira, Antonio Sáenz, Bernardino Rivadavia, Juan Martín de Pueyrredón, Manuel Dorrego, Francisco Narciso de Laprida, Juan; etc.
Posteriormente se convierte en el Nacional Buenos Aires.
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