viernes, 22 de mayo de 2009

- EMBLEMA DE LA CIUDAD -





CUMPLE 73 AÑOS EL OBELISCO PORTEÑO




EMBLEMA DE LA CIUDAD





Con 67 metros de alto y su base de 7 metros por cara, su original revestimiento de piedra blanca extraída de minas en las sierras de San Luis, su estructura de hormigón armado hueca, por cuyo interior asciende una escalera de hierro de 342 escalones hacia las cuatro ventanas en el ápice y su pararrayos casi invisible, nuestro obelisco se impuso al alma de los porteños, convirtiéndose en uno de los símbolos más característicos de nuestra identidad ciudadana.





En 1936, las cuadrillas municipales ya habían abierto un gigantesco hueco en pleno Buenos Aires por donde pasaría la avenida 9 de Julio, "la más ancha del mundo".
En el medio de ese claro que había dado por tierra con viejos cafetines y teatros de varieté, en el cruce con la avenida Corrientes, se construyó la Plaza de la República. Y allí, como un gran mojón que cortaba la Avenida Corrientes, que ya había dejado de ser angosta, se levantó el Obelisco.





Fue el homenaje de Buenos Aires al Cuarto Centenario de su Primera Fundación y representaba el espíritu progresista de una época. Por entonces, el intendente era Mariano de Vedia y Mitre, a la vez que ejercía la Presidencia de la República el General Agustín P. Justo.





Allí donde está, en la intersección de las avenidas 9 de Julio y Corrientes, estuvo el precario y grueso madero sobre el que juró, apoyando su espada, Don Pedro de Mendoza en 1536.





Diseñado por el Arquitecto Alberto Prebish, intentaba resolver con elegancia, clasismo y grandilocuencia, el triple cruce de dos de las más importantes avenidas de la ciudad, a las que se agregaba la Diagonal Norte (Roque Saénz Peña), recientemente construida.





Su construcción estuvo a cargo de la compañía alemana Siemens Bawnion y duró apenas cuarenta días y fue llevada a cabo por más de 150 obreros que trabajaron en dos turnos, se debieron salvar las dificultades que significaban los túneles del subterráneo mediante la construcción de bóvedas en su fundamento. Todo un récord.
Como símbolo, recuerda a aquel precario y grueso madero sobre el cual juró apoyando su espada Don Pedro de Mendoza en 1536.





Fue emplazado en el sitio exacto donde flameó por primera vez en la ciudad la Bandera Nacional en la torre de la Iglesia de San Nicolás, el 23 de agosto de 1812 y se inauguró formalmente el 23 de mayo de 1936 a las 15.00hs.





Una vez culminada su construcción la oposición presionó a través de la prensa para demolerlo. En 1939 el entonces Consejo Deliberante decidió su demolición, pero el intendente de turno vetó la ordenanza alegando que el obelisco era un monumento perteneciente a la jurisdicción de la Nación.












Hoy, setenta y tres años después, nadie discute a éste emblema porteño, custodio de en una remodelada Av. 9 de Julio.





Ricardo A. Carrasquet

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