lunes, 2 de julio de 2007
- UN VECINO MUY ILUSTRE -
CABILDO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
UN VECINO MUY ILUSTRE
La Argentina posee muchos lugares emblemáticos. Recordados monumentos que hacen a nuestra esencia de Nación, de país, de sociedad. El entorno de las Plaza de Mayo es en sí mismo, es una suerte de “lugar histórico”, de encuentros y desencuentros, de actos, de luchas, de marchas, de reclamos y fiestas de todo tipo, en toda época y de todo color.
Un repaso a los edificios históricos
La Casa Rosada, sede del ejecutivo, se levanta en el lugar que ocupara la Real Fortaleza de San Juan Baltasar de Austria, construida por orden del Gobernador Fernando Ortiz de Zárate en 1595. La Fortaleza sufrió diversas modificaciones desde la caída de Rosas: demolida parcialmente para la construcción de la Aduana Nueva (según proyecto del arquitecto Eduardo Taylor), del antiguo edificio sólo quedaron en pie el arco de acceso y uno de los edificios virreinales del interior del recinto, refaccionado para su uso como sede del Gobierno. Durante la presidencia de Sarmiento, el edificio se pintó de rosa, inaugurando una tradición que ha llegado a nuestros días y que dio lugar a su nombre popular.
El actual edificio de la Iglesia Metropolitana de La Santísima Trinidad de Buenos Aires, consagrada Catedral en 1836, es el sexto que se levanta en el solar que Juan de Garay le asignara al trazar la ciudad, en 1580. Se sabe que el quinto de los templos se construyó en 1682, pero su factura era tan precaria que en 1727 debió rehacerse la fachada (obra que se atribuye al arquitecto jesuita Andrés Blanqui).
Tras un derrumbe total en 1752, la Iglesia definitiva fue proyectada en 1754 por el arquitecto Antonio Masella. Tiene tres naves e importantes capillas laterales; en el crucero, la cúpula, proyectada por el Arquitecto Alvarez de Rocha en 1770, se eleva sobre un alto tambor; el profundo presbiterio, bajo el cual se encuentra el Panteón de los Canónigos en el que son enterrados los dignatarios de la Catedral termina en un muro recto.
La actual fachada fue diseñada en 1822 por el francés Próspero Catelin, uno de los técnicos europeos contratados por Rivadavia para trabajar en el país; el pórtico dodecástilo, de estilo neoclásico, le da un carácter más civil que religioso. La ornamentación del frontispicio, que representa el reencuentro del patriarca Jacob con su hijo José, fue realizada entre 1860 y 1863 por José Dubourdieu. En 1877, el arquitecto Enrique Aberg reformó la capilla lateral para dar lugar al Mausoleo del General San Martín, obra del escultor Albert Carrier-Belleuse.
La Pirámide de Mayo
En marzo de 1811, para conmemorar el primer aniversario de la Revolución de Mayo, el Cabildo ordenó levantar un monumento en la antigua Plaza de la Victoria. Fue encomendado al alarife Francisco Cañete, que comenzó la obra el 6 de abril y la concluyó el 24 de mayo. Era un modesto obelisco de adobe cocido, de casi quince metros de altura, circundado por una sencilla verja.
El monumento se inauguró el 25 de mayo de 1811, primero de los cuatro días de festejos, que incluyeron danzas y farsas, sorteos, manumisión de esclavos e iluminación de los edificios cercanos. En 1856 se produjo la transformación más importante que sufrió la Pirámide. Según el proyecto de Prilidiano Pueyrredón, el monumento fue revestido con ladrillos y argamasa, lo que aumentó su volumen.
Se colocó una estatua de la República en la cúspide, la única que se conserva y en torno a la base, esculturas alegóricas a la Agricultura, el Comercio, las Ciencias y las Artes, todas ella obra del francés Joseph Dubourdieu. Además, la antigua verja se reemplazó por otra con faroles a gas en los vértices. En 1884 el Intendente Alvear hizo demoler la Recova vieja, que separaba la Plaza del Fuerte de la Plaza de la Victoria.
La Pirámide quedó descentrada en el espacio unificado de la nueva Plaza de Mayo, por lo cual en 1912 fue trasladada a su actual emplazamiento.
EL CABILDO: emblemático y funcional
Al fundar Buenos Aires en 1580, Juan de Garay, según lo establecían de las Leyes de Indias, destinó para sede del Cabildo y cárcel este solar, en uno de los bordes de la Plaza Mayor. El Cabildo se ocupaba del gobierno de la ciudad y administraba justicia. Sus integrantes eran elegidos anualmente entre los vecinos, por votación pública. Las reuniones ordinarias del Cabildo, celebradas semanalmente en la Sala Capitular, eran convocadas al son de campana tañida. Los cabildos abiertos deliberaban sólo en casos de emergencia pública.
A partir de las Invasiones Inglesas de 1806/1807, el Cabildo asumió poder político, como organismo de legitimación de los vecinos frente a un Virrey cuestionado por la opinión general. Desde 1808, la crisis institucional derivada de la ocupación napoleónica en España acentuó su posición de referente autónomo de los sectores locales, e inició el camino de ruptura con el poder monárquico. Ante la disolución de la Junta Central de Sevilla, el Virrey convocó al Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, en el que se decidió su reemplazo por un nuevo gobierno.
Los sucesos del 25 de mayo desembocaron en la constitución de la Primera Junta de Gobierno Patrio, que sesionó en el Cabildo. La Ley de Supresión de los Cabildos de 1821 puso fin a la institución. El edificio original del Cabildo fue demolido en las primeras décadas del siglo XVIII. Lo reemplazó un edificio de dos plantas, proyectado por el Hermano Jesuita Andrés Blanqui, cuya construcción se terminó en 1751.
Con doble arquería hacia el frente de la Plaza y una torre central, albergaba en su planta baja una capilla y oficinas, y, en la planta alta, la Sala Capitular. En 1767 se anexó el terreno posterior, donde se construyó una cárcel para hombres, separada del edificio principal por un patio. Desde 1812 en adelante sufrió modificaciones y cambios de uso, que culminaron en 1879 con la remodelación proyectada por Pedro Benoit para adaptar al Cabildo como sede de los Tribunales de Justicia. El edificio quedó sustancialmente modificado, con el techado de los patios internos, el agregado de un cuerpo a la torre y la italianización de la fachada.
En 1889, se demolieron tres arcos del sector norte para dar lugar a la apertura de la Avenida de Mayo. En 1931, la apertura de la Diagonal Sur suprimió tres arcos del sector sur, reemplazados por una esquina en ochava. Para entonces, la torre ya había sido demolida, por problemas estructurales. Fue restaurado en 1940 por el Arquitecto Mario Buschiazzo.
Sobre la base de fuentes documentales gráficas y escritas, sondeos y cateos en obra, Buschiazzo retrotrajo al Cabildo al aspecto que ofrecía en la época colonial, reconstruyendo la torre, recuperando los tejados a dos aguas, rehaciendo carpinterías y herrería según los referentes de fines del siglo XVIII.
Hoy es sede de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos y del Museo Histórico Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo.
Indudablemente: el Cabildo es el edificio histórico más importante de la Ciudad de Buenos Aires y seguramente uno de los más trascendentes del país por todo lo expresado y acontecido, pese a sus interminables remodelaciones, que le costaron innumerables pérdidas materiales, sigue en pié... ¿Hasta cuando?.
Sería bueno destacar que desde allí se comandó la defensa y posterior recuperación de la Ciudad de Buenos Aires, que en sus claustros se consensuó y se sancionó el primer Gobierno Patrio y además se ejerció el poder mucho antes y después de Mayo de 1810.
El advenimiento a la democracia, tuvo como escenario elegido al Cabildo de la Ciudad (aunque no compartamos ciertas cosas con el Dr. R.R. Alfonsín) Desde su fundación hasta la actualidad es indiscutible protagonista de nuestra historia, política, social y de nuestra conformación Nacional.
Sería interesante preguntarnos: ¿Quién cuida a nuestro Cabildo en ésta Ciudad Olvidada?
Actualmente depende orgánicamente a la Secretaría de Cultura de la Nación, que deriva en forma directa de la Presidencia.
Lamentablemente solo se acuerdan para las fechas patrias y a medias, ya que se lo vincula erróneamente con lo castrense. Es blanco firme de inescrupulosas pintada, silencioso testigo de actos de todo tipo es la histórica Plaza de Mayo. Presa fácil de “tomas” y vandalismo, solo de tanto en tanto y no más de una vez al año, el Gobierno de la Ciudad ilumina y pinta por caridad, ornamenta con banderas y otras cosas “de forma y no de fondo”
El Museo Histórico Nacional, no dispone de seguridad importante, su patio hace más de dos años fue “levantado” y solo quedó terminado el piso. Sus árboles fueron tirados por estar enfermos, caídos, torcidos, faltos de apuntalamiento, mantenimiento e higiene. Los Patricios, conforman un importante elemento de atracción, amén del hecho histórico y turístico.
Custodios naturales del lugar, como Granaderos lo es de la Casa de Gobierno, no se los ve casi nuca “por falta de seguridad” debido a las continuas manifestaciones que se realizan en la zona “sitiada”. Estamos hablando del Primer Regimiento Nacional y el único de la Ciudad de Buenos Aires, que fue el encargado de expulsar al invasor inglés, con antelación a la gesta de 1810. – Reconquista de la Ciudad Regimiento de Infantería 1 “Patricios de Buenos Aires” – a las órdenes de su primer jefe: Tte. Cnel. Don Cornelio Saavedra.
A lo largo de los años hemos asistido a la colocación de carteles de Obras Públicas inconclusas y al robo sistemático del patrimonio nacional, cultural e histórico de todos los Argentinos.
Pensando que falta nada más que tres años para el Bicentenario, al que con lógico motivo se le ha de prestar cierta importancia, creemos conveniente destacar que la desidia nacional, también está presente en éste Monumento, que parece simbolizar y expresar lo que sienten muchos por nuestra historia, nuestro pasado, nuestro patrimonio y nuestra cultura.
Como rezaba en el final de un conocido y premiado video titulado igual que ésta nota: “Un Vecino muy Ilustre” dedicado al nuestro Cabildo de la Ciudad de Buenos Aires: “Sus paredes encierran reliquias y recuerdos del ayer, que son de todos, porque todos somos protagonistas de la historia...”
Ricardo A. Carrasquet
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