martes, 9 de septiembre de 2008

- GOODMAN -




Benny Goodman


MAESTRO DEL JAZZ


UN CLASICO DEL GENERO




Si usted vio la película ya sabe que la historia del jazz se gestó en un atardecer de agosto de 1935 cuando Benny Goodman (interpretado por Steve Allen) y su orquesta fueron a la sala de baile Palomar en Pasadena. Su gira había sido un desastre, así que con ganas de poner a mal tiempo buena cara, Goodman comenzó con uno de sus números mas calientes. En lugar de bailar, la joven audiencia mostró un anticipo de lo que los periodistas llamarían en las décadas venideras el alboroto del rock’n’ roll. Desde ese momento, Goodman se convirtió en Rey del Swing.





Un prodigio nacido en 1909, Goodman estudió clarinete con Franz Schoepp, el más reputado instructor clásico de Chicago, que también enseñó a Buster Bailey y Jimmy Noone. A principios de los veinte, Goodman tocaba con el frenesí y la tosquedad propias de otros clarinetistas locales como Frank Teschmacher. Pero a mediados de los treinta, evolucionó ya hacia su estilo de madurez, enormemente influyente, mucho más suave y con un sentido del swing muy refrescante.





Trabajó con Ben Pollack y Red Nichols. También consiguió un programa radiofónico en el que tocaba en directo una hora semanal. El influyente mecenas del jazz John Hammond, que luego se convertiría en el cuñado de Goodman, le aconsejó contratar a Fletcher Henderson como arreglista. Las partituras básicas pero efectivas de Henderson -fusionando la sección de viento con la sección rítmica en una amalgama rebosante de solos, riffs y backgrounds- junto al influjo de futuras estrellas tales como el batería Gene Krupa y el trompetista Harry James ayudaron en el ascenso de Goodman hasta la cima. Rompiendo la barrera racial impuesta en el jazz desde el exterior, contrató también a Teddy Wilson, Lionel Hampton y, posteriormente, a Charlle Christian y Cootie Williams.





En la década de los cuarenta, su banda continuó evolucionando, empleando los arreglos de Eddie Sauter y Mel Powell que eran más sofisticados que los propios de la era del swing. Tras un breve flirteo con el bebop, estilo que no le apasionaba especialmente, retornó a su estética original.

La hora de Goodman en la vanguardia había ya pasado. Sin embargo, se mantuvo como un músico excepcional hasta el fin. En 1962, el Departamento de Estado le mandó a Rusia al frente de una big band. Fue uno de los primeros americanos en interpretar su música en Europa encabezando una banda integrada básicamente por músicos británicos. Pocos directores de banda recrean satisfactoriamente su pasado, pero el perfeccionista Goodman se hizo con las partituras de Henderson, logrando recrear con el tempo adecuado el viejo swing y consiguiendo un sonido tan depurado como antaño.





A pesar de los enfrentamientos entre blancos y negros que a menudo se cuecen en el mundo del jazz, la posición de Goodman como Rey del Swing indiscutible no levantó nunca ampollas. No cabe duda de que él no inventó la música, ni tampoco se arrogó dicho titulo, pero introdujo la música de las grandes big bands en los hogares americanos. Aunque la comparación estricta de las melodías de Goodman con las grabaciones de Fletcher Henderson en 1934 favorecería seguramente a este último (la suya fue una banda espectacular, aunque de corta duración), se podría aventurar que si comparáramos globalmente las actuaciones de uno y otro obtendríamos resultados distintos.





Entre la capacidad de dirección de ambos, no existe debate alguno Tanto como Tommy Dorsey, Goodman fue considerado un director consumado. A partir de varios documentos publicados a lo largo de los años, muchos de los que trabajaron con él le guardaban cierto rencor por su dureza y disciplina. Sea como fuere, siempre puso el listón muy alto, a la vez que su estilo al clarinete fue insuperable. El swing fue la expresión más afín a su personalidad. Como clasicista innato, no se le puede imaginar articulando minuciosamente una buena melodía a la manera de Artie Show. Raramente ostentoso en la expresión de su técnica, los mejores solos de Goodman se envuelven de gracia, buen gusto y un tempo perfecto.

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