jueves, 30 de abril de 2009

- RODRIGUEZ PEÑA -




Nicolás Rodríguez Peña


Otro porteño no muy ponderado



Nicolás Rodriguez Peña el nace un 30 de abril de 1775 en la Ciudad de Buenos Aires.





Se dedicó al comercio, que le permitió reunir una considerable fortuna. Entre sus varias empresas exitosas, se cuenta la jabonería que tenía en sociedad con Hipólito Vieytes, que se hizo famosa como centro de conspiraciones. En 1805 era miembro de la "logia independencia", con Juan José Castelli, Manuel Belgrano y otros; este grupo y otros similares solían reunirse en su quinta, ubicada en el solar de la plaza que hoy lleva su nombre en Buenos Aires.





Participó como miembro de las milicias contra las Invasiones Inglesas al Río de la Plata (1806 y 1807). Tras participar en el grupo conspirador conocido como carlotismo, promovió y financió las acciones políticas previas a la Revolución de Mayo.










Colaboró en la formación de la Primera Junta de gobierno. Fue secretario de Castelli, aunque no compartía todas sus ideas, acompañándolo en la expedición de las tropas libertadoras a Córdoba, donde autorizó el fusilamiento del ex virrey Santiago de Liniers. Tras actuar en la Batalla de Suipacha ingresó al Alto Perú, donde por corto tiempo fue gobernador de La Paz.





Regresó a Buenos Aires en febrero, y ocupó el lugar de Mariano Moreno en la Primera Junta. Pero fue expulsado por la revolución de abril de 1811 y confinado a la provincia de San Juan. Volvió a fines de ese año, dedicándose a los negocios; se incorporó a la Logia Lautaro, dirigida por Carlos María de Alvear. A raíz de la revolución de octubre de 1812, fue elegido miembro de un Segundo Triunvirato. Éste fue un gobierno crecientemente condicionado por la Asamblea General Constituyente, es decir de la Logia Lautaro, que la controlaba.

Cuando el Triunvirato fue disuelto, el director supremo Gervasio Antonio de Posadas lo eligió para presidir el Consejo de Estado. También le asignó el grado de coronel de ejército. En 1814 fue nombrado primer Gobernador delegado de la provincia oriental, cargo que ejerció por poco tiempo.





A la caída del Director Alvear, fue sometido a proceso y condenado a destierro, pero poco después se lo autorizó a residir en San Juan. En 1816 se dirigió nuevamente a Buenos Aires, pero el nuevo director, Juan Martín de Pueyrredón, lo obligó a retirarse nuevamente a San Juan. Allí ayudó a José de San Martín en la organización del Ejército de los Andes.





Después de la Batalla de Chacabuco se autoexilió en Santiago de Chile, donde permaneció hasta el día de su muerte, ocurrida en diciembre de 1853. Sus restos mortales descansan en el Cementerio de la Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires.

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