viernes, 20 de abril de 2007

- LA HISTORIETA -



LA HISTORIETA ARGENTINA
THE ARGENTINE COMIC
(nada que ver con la realidad)



Argentina posee una larga e importante trayectoria en esta disciplina, que algunos valoran recién ahora, pero en realidad fuimos pioneros en la materia y actualmente exportamos creativos.

A inicios del siglo XX comienzan a publicarse en la Argentina numerosas revistas de actualidad, en las que la caricatura y el humor son sus principales atracciones. Al humor político, se incorpora el relato de costumbres y se publican con el nombre de "cuentos vivos" secuencias de historietas con textos al pie. En esta época se reproducen en la Argentina los primeros cómics norteamericanos. Hace su aparición la famosa revista “Caras y Caretas”

En la segunda década del Siglo XX se publican las primeras series de historietas realizadas en la Argentina en los semanarios de actualidad y magazines que prosperaban en un país de economía floreciente, fuertes conflictos sociales y de gigantesca inmigración europea. Rápidamente notables dibujantes comenzaron a explorar este nuevo lenguaje gráfico con resultados sorprendentes para la época.

Del 20’ al 30’. En esta década prácticamente no hay revista de actualidad que no publique entre sus páginas alguna serie de historietas. A partir de esos años proliferan las de ambientación familiar, a medida que en el país se afianza una masiva y próspera clase media. La primera revista específicamente infantil es Billiken, icono en su género de Constancio Vigil, que alcanza distribución en toda Hispanoamérica. Se suman otras que también contienen historietas nacionales y extranjeras. Surgen los primeros dibujantes profesionales, el Suplemento Infantil del diario Crítica (1925) anunciado como el de mayor tirada en toda Latinoamérica, que hace de la historieta su principal atracción y, en 1928, la primera revista totalmente integrada por historietas, El Tony.
En 1936 Dante Quinterno lanza Patoruzú y en el ’39 sale Pif Paf.

Se da inicio a la denominada Edad de Oro de la Historieta Argentina. Se multiplican las revistas específicas, que alcanzan grandes tiradas. La historieta de aventuras evoluciona e incorpora todos los recursos de sus pares norteamericanas, encontrando rápidamente temáticas y lenguajes propios, especialmente desde la aparición de la revista Patoruzito.

En los cincuenta se presenta el punto más alto de la historieta argentina, ya por la diversidad de publicaciones, el éxito masivo de éstas, y las distintas vertientes, estilos y artistas que proliferaron. La historieta de aventuras alcanza su grado de madurez más elevado con la gran producción de un autor brillante: Héctor Germán Oesterheld, que en colaboración con Pratt, Solano López y especialmente, Alberto Breccia, entre otros, gestan las series más memorables de la producción nacional (El Eternauta). La historieta humorística tiene también un renacimiento en las publicaciones de los dibujantes y humoristas Divito y Landrú.

En los sesenta cierran importantes editoriales y emigran grandes autores. Otros trabajan directamente para revistas europeas o pasan al campo publicitario. Paradójicamente, es la década en que la historieta comienza a ser tomada en serio: se la estudia como fenómeno social y artístico, se realizan grandes exposiciones y se publican los primeros trabajos académicos. De algún modo deja de ser un fenómeno masivo y popular a medida que es académicamente considerada un arte.


Los setenta se inician con un resurgimiento del humor satírico, acorde al efervescente clima político del país. A mediados de la década surge toda una generación formada por los maestros de la década del '50 y la historieta argentina renace desde las publicaciones de la Editorial Récord, que además reedita antiguas series que deslumbran a nuevos lectores.
Satiricón fue seguramente la revista de humor político más recordada. Durante la censura impuesta por la dictadura militar (en el poder desde el '76), la historieta se convierte en un medio expresivo donde se pueden leer discursos que en otros medios es más controlados.

El fin de la dictadura encuentra en los ochenta autores trabajando en nuevas formas de contar historias distintas, con guionistas de gran solidez literaria como Carlos Trillo y Juan Sasturain. La democracia genera una explosión de discursos gráficos y narrativos que estaban contenidos y que se desarrollan básicamente desde las publicaciones de la Editorial La Urraca. Desde una gran profusión de revistas independientes y la propia revista Fierro surge una camada de dibujantes adolescentes que renuevan casi por completo el panorama historietístico con un lenguaje y figuración muy fresco y desenvuelto, en general trabajando en la veta humorística del género.

En los noventa se desarrollan y aparecen nuevos dibujantes de una inusitada capacidad artística, a la vez que la historieta de aventuras aparece agotada y reiterativa. Es una etapa en la que no surgen nuevos guionistas de relevancia, en una crisis que es compartida por gran parte de la producción cultural y artística. Lo más interesante del fin de milenio se publica en revistas independientes editadas por los propios dibujantes, algunas de alta calidad, que en general se concentra en lo plástico y en el diseño, mientras que en lo argumental se profundiza el culto a distintos y precisos períodos del siglo XX de géneros masivos de origen cinematográfico, literario o incluso musical, y por otro lado prospera la parodia. Tal vez por esta crisis es que proliferan los libros compilatorios con reediciones de antiguas series a la vez que el fenómeno de la globalización encuentra un mercado absorbido por la presencia de cómics de superhéroes norteamericanos y especialmente japonés.

Hablar de historietas y también de los grandes dibujantes y humorista es recordar a gente de la talla del inefable Quino y su Mafalda, Caloi y su Clemente, Nik y su Gaturro, el negro Fontanarrosa y su Inodoro Pereyra, Sendra, Maitena, Cris, Maicas, Faruk, Garaycochea, Basurto, Mordillo, Manuel García Ferré y sus todos: desde Pi Pío hasta Hijitus, Larguilucho, la bruja Cachabacha, Neurus, Ico, etc.; Landrú y su Tía Vicenta, Las chicas de Divito, Tute, Daniel Paz, Yacaré, etc.

Es muy fácil olvidar algún grande, lo importante es recordar y tener presente, a tantos y tan talentosos hacedores de éste ARTE de entretener y hacer reír a tantas generaciones no tan solo de Argentinos!


Ricardo A. Carrasquet

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://roberto-fontanarrosa.blogspot.com/

http://plagiodenik.blogspot.com/

R.A.Carrasquet dijo...

Sí gracias!