domingo, 29 de mayo de 2011

- OBELISCO -






El Obelisco porteño cumple 75 años



Máximo ícono de nuestra ciudad





El 23 de mayo de 1936 fue presentado en sociedad.
El Obelisco porteño, símbolo arquitectónico de esta ciudad y punto de referencia y encuentro de los vecinos, cumple hoy 70 años desde su inauguración, la tarde del 23 de mayo de 1936, cuando el intendente Mariano de Vedia lo presentó en sociedad.

Manifestaciones políticas, festejos mundialistas y marchas por reclamos sociales tuvieron desde el inicio como sede a este gigante monumento, construido en sólo cuatro semanas ante la opinión contraria de muchos porteños, quienes fueron aceptándolo con el tiempo.

Según informaron fuentes del gobierno porteño, las autoridades no habían previsto ningún acto oficial, aunque anticiparon que a partir de hoy colocarán sobre la reja que lo rodea una docena de luces que iluminarán el edificio durante todo el año "para embellecerlo y resaltar su valor histórico".

El Obelisco, una pirámide egipcia de 67 metros de altura diseñada por el arquitecto Alberto Prebisch, fue construido en conmemoración de la segunda fundación de Buenos Aires y se erige donde 470 años atrás estuvo el precario y grueso madero sobre el que juró, apoyando su espada, Don Pedro de Mendoza.

Asimismo, recuerda el sitio exacto donde flameó por primera vez la bandera nacional, en la torre de la iglesia de San Nicolás, el 23 de agosto de 1812, donde hoy está la Plaza de la República, en el cruce de las avenidas Corrientes y 9 de Julio.

La idea de Prebisch, un arquitecto precursor del modernismo en la Argentina, fue resolver con elegancia y monumentalidad el triple cruce de estas dos importantes avenidas porteñas, a las que se agregaba la reciente Diagonal Norte.

La construcción, que adoptó la tradicional forma geométrica de origen egipcio demandó 680 metros cúbicos de cemento y 1360 metros cuadrados de piedra blanca y costó unos 200 mil pesos moneda nacional, durante la presidencia de Agustín P. Justo.

Los 150 obreros que levantaron el Obelisco y su diseñador debieron sortear la dificultad del paso de los túneles de las líneas de subte C y D, para lo que recurrieron a avanzadas técnicas de construcción mediante el emplazamiento de bóvedas en su fundamento.

Técnicamente, el edificio es una estructura hueca con una sola puerta de entrada y cuatro ventanas en su cúspide, a la que sólo se puede llegar por una escalera recta, de aproximadamente 200 escalones.

En un principio estuvo recubierto por roca calcárea de San Luis, pero los movimientos provocados por el paso del subterráneo provocaron numerosos desprendimientos y obligaron a sus constructores a quitar la roca y pintar su cubierta con pintura al látex, como se lo observa hoy.

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