jueves, 24 de mayo de 2007

- HACE CASI 200 AÑOS -


Fue un 25 de Mayo en 1810

- La Revolución de Mayo -


Todos los acontecimientos de la denominada “Semana de Mayo”, parten de la discusión del 22 de mayo de 1810, en donde algunos de los exponentes manifestaban la necesidad de independizarse del Reino de España y crear una nueva nación libre e independiente tanto económica como políticamente. Otros sectores más conservadores señalaron la necesidad de continuar bajo el manto realista frente a la incertidumbre de los acontecimientos en Europa, además de ello en protección de sus propios intereses económicos y sociales. Y un último grupo, de carácter ecléctico, en donde pretendían una nación libre e independiente pero sostenían que “no era el momento apropiado” y que se debía esperar el desarrollo de los sucesos en el viejo continente. Esta última posición fue la que se adopta el 25 de mayo de 1810, donde años después, el 9 de julio se declara la Independencia de la las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El 25 de mayo de 1810 se constituyó en Buenos Aires la Primera Junta, cuyos miembros reemplazaron al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. Una serie de sucesos, conocidos como la ya mencionada semana de mayo, provocaron ésta revolución que culminó en el 9 de julio de 1816, con la Independencia total ante la corona española.

Fueron los integrantes de la Primera Junta de Gobierno Patrio:

Presidente: Cornelio Saavedra
Secretarios: Mariano Moreno - Juan José Paso
Vocales: Manuel Alberti - Miguel de Azcuenaga - Manuel Belgrano - Juan José Castelli - Domingo Matheu - Juan Larrea

Plaza vacía, Gente como uno - Texto del Dr. Félix Luna

“Imaginemos un día nublado y medio lluvioso, de esos que son tan frecuentes en el otoño porteño. Imaginemos que un vecino resuelve pasarlo junto al río, pescando. Con sábalo o algún bagre, a la tardecita regresa a su casa. Su mujer le pregunta si trae alguna noticia, si vio algo novedoso. El hombre le dice que no: todo lo que hizo fue tirar la línea en las toscas. Ese día podría haber sido el 25 de Mayo de 1810 y ese porteño pudo haber sido uno de los tantos que no se enteró de nada de lo que ocurrió en aquella jornada. El cabildo abierto del 22 de mayo reunió a menos de quinientos vecinos y Buenos Aires tenía, en ese momento casi 40.000 habitantes. Es decir que sólo el 1 por ciento de la población participó de aquella trascendental reunión en la que se asentaron las bases conceptuales y jurídicas que fundamentarían el relevo del virrey y su reemplazo por una junta designada ­o más bien, asentida por el pueblo. Es probable, entonces, que la asamblea reunida más o menos tumultuosamente frente al Cabildo en la mañana del 25 de Mayo, no haya tenido un rating muy superior: 1000 o 1500 vecinos, como máximo. Nuestro pescador habría formado parte, pues, de la enorme mayoría que nada tuvo que ver con la transición del sistema colonial a un régimen nuevo, implícitamente comprometido con la independencia de estas tierras.

Naturalmente, la escasez de participación popular no resta al 25 de Mayo la enorme importancia que tuvo, por varios motivos. En primer lugar, deponer a un representante del rey y reemplazarlo por un cuerpo colegiado era algo insólito y atrevido aunque Cisneros no representara al monarca español sino al organismo que gobernaba en España a su nombre, en vista de la cautividad de Fernando VII. Y aunque esta fuera, en realidad, la segunda oportunidad en que ocurría un hecho como este en Buenos Aires, pues cuatro años atrás una pueblada había exigido la deposición de Sobremonte por su incompetencia y cobardía frente a la invasión inglesa. Pero en 1806 esa verdadera revolución paso casi inadvertida entre las luchas por la Reconquista; ahora, en 1810, el derrocamiento del virrey era el resultado de un tranquilo y racional debate entre unos pocos vecinos, "la parte más sana y principal" de la capital del virreinato.

En segundo lugar, lo que ocurrió el 25 de Mayo fue muy importante porque de algún modo significó la presencia activa de los militares criollos en el proceso político. Las milicias populares que se habían levantado en Buenos Aires desde 1806 estaban compuestas por criollos y por españoles, divididos en regimientos según sus lugares de origen. Pero en esos cuatro años se habían vivido procesos muy diferentes en los cuerpos peninsulares y en los criollos. Aquéllos estaban integrados por comerciantes y artesanos, para quienes el oficio de las armas era una molestia; los criollos, en cambio, por ser pobres, se habían tomado muy en serio sus nuevas profesiones de soldados, vivían de sus sueldos y raciones y concurrían puntualmente a los ejercicios. En poco tiempo adquirieron una capacidad de fuego temible y esta superioridad se vio en enero de 1809, cuando Liniers reprimió fácilmente, con su ayuda, el conato de golpe organizado por el alcalde Alzaga. Ahora, en mayo de 1810, fueron los Patricios quienes hicieron la guardia de la Plaza, dejando entrar a los adictos y rechazando suavemente a los adversarios. Los "fierros" los tenían los regimientos criollos y esta circunstancia fue decisiva para apurar el derrocamiento del virrey Cisneros.

Y una tercera circunstancia notable: tanto en la reunión abierta del 22 como en el compromiso adquirido el 25 de Mayo por los componentes de la Junta, se dejó claramente sentada la necesidad de convocar a los representantes del pueblo de las restantes ciudades del virreinato para que homologaran lo decidido por el de Buenos Aires. Si éste había obrado como lo hizo era por razones de urgencia, como "hermana mayor" -según dijo Paso­. Pero se reconocía la necesidad de que un paso tan trascendente quedara avalado por el pueblo del virreinato. Y en este reconocimiento venía implícita la idea de federalismo y también la noción de la integridad del virreinato.

De nada de esto, claro está, pudo enterarse el vecino que en la tarde de esa jornada regresó a su casa con un par de pescados colgando de su hombro... Pero seguramente tardó muy poco tiempo en advertir que lo sucedido ese día también involucraba su propia vida. Porque de comienzos tan triviales como el de esta revolución burguesa y municipal, pueden venir consecuencias tan drásticas como la que conlleva la creación de una nueva Nación. Nada más ni nada menos.”
Félix Luna

Festejemos nuestro natalicio en el Día de la Patria, por aquel 25 de mayo de 1810, que fue sin lugar a dudas, el factor movilizador más trascendente de toda América Latina, en su lucha por la libertad de los pueblos.

Seguimos como entonces, queriendo muchas veces saber “de que se trata” mientras a un nuevo son de “el sol del 25 viene asomando” se siente repicar la pertenencia en el alma del colectivo imaginario ciudadano.

¡¡ ¡Viva la Patria!!! - En su 197º Aniversario -

Ricardo A. Carrasquet

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