HERENCIA
Y
ADN
La compleja e
insoportable
levedad del ser
Los humanos llevamos en nuestro ADN toda una frondosa y complejísima carga informática, con muchísimos elementos que hacen a nuestra ascendencia y pertenencia. Desde nuestros instintos animales, aunque no nos guste mucho –somos animales con raciocinio- información del vívido de nuestra sangre, de nuestros progenitores, abuelos y demás antepasados que algunas cosas vienen de muy lejos. Es realmente ancestral y también lo que hemos "mamado" en nuestro hogar, la cuna, la casa, las enseñanzas y ejemplos: Lo bueno y lo malo, que generalmente es para toda la vida. Una pesada e importante mochila que difícilmente podamos vaciar por completo.
No hace tantos años se descubrió que por lo general, los hombres, tenemos mucha facilidad en el aprendizaje de "la arquería". Sucede que en la mayoría de las civilizaciones hemos tenido un arma en común: el arco y la flecha. Ocurre algo parecido con la lanza y la espada. Esto es científico y cada día sabremos más de lo que llevamos encriptado en nuestro ser. En lo que denominamos como “herencia”, lo económico es efímero y no hace a lo trascendental, que como decía Antoine de Saint-Exupéry en El Principito: "Lo esencial es invisible a los ojos".
Estos tontos pensamientos no intentan inducir de manera alguna, al simplista derrotero de que lo que nos pasa “es obra del destino” y que “todo está escrito” ó “las cartas están echadas”. El hombre debe forjar su destino y anteponerse al mismo si le es adverso ó incierto. No es fácil encontrar un camino en la vida: la existencia ofrece muchas rutas y siempre con distintos senderos. Algunos no están asfaltados ni tienen banquina ó manera de retorno. Es un poco de suerte, mucho de trabajo y constancia (cosa que no abunda) Algo de talento y mucho de esfuerzo.
Siempre estamos rindiendo examen. Siempre estamos “a prueba”. No es solo importante servir y ser competente: Constantemente “hay que demostrarlo”.
A no perder las esperanzas: el futuro será de los emprendedores, de los luchadores y de los perseverantes. Nunca de los mediocres, advenedizos y menos de los genuflexos.
Ricardo A. Carrasquet
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